Wednesday, May 19, 2010

En el extranjero

Olor a Mierda


Por Orlando Gutiérrez Gross


A las 6 en punto de la mañana sonó el despertador. Odio cuando suena ese aparato, siento que mi corazón va a explotar del susto y se combina con un sentimiento de miedo, aflicción y tristeza. Cuando era niño no tenía por qué disimularlo, pero ahora a los 32 años, opto por extender la mano, tomar el reloj, apagarlo, voltearme, cubrirme con la cobija y esperar cinco minutos más para levantarme. Todo esto lo hago en cuestión de ocho segundos, totalmente automatizado, algo robotizado.

En el último año, me han invitado de diferentes universidades a exponer mi trabajo sobre las geosminas, razón por la cual ando de avión en avión, de hotel en hotel y de universidad en universidad.

Pasaron los cinco minutos y no me queda otra alternativa que levantarme. Me quito la cobija, me levanto por el lado derecho de la cama, veo y siento mi acostumbrada erección matutina. Es un día normal en mi vida, sé que a continuación tomaré una ducha y me masturbaré para darle inicio oficial a mi jornada.

-Por favor demos un gran aplauso para el Doctor Navarro –terminó diciendo el Rector de la Universidad al presentarme.

-Buenos días. Para mí es un gran honor estar acá con ustedes, y exponerles mi trabajo “Estimulaciones químicas que producen las geosminas en el entorno humano”

Me atreveré a decir que todos hemos sentido el olor que desprende la tierra después de una fuerte lluvia, esto suele suceder más a menudo en el campo que en la ciudad, la razón es clara: en la ciudad el olor característico es una mezcla de cigarro, gasolina, cemento, cloaca, que nos penetra en cada una de nuestras células, y como vivimos ahí, ya sentimos ese olor como algo natural, es decir, estamos acostumbrados a oler mierda -varios estudiantes soltaron una gran risa- sin embargo, en el campo, por la transparencia del aire, la humedad, la lluvia, la naturaleza, es más frecuente el olor a tierra mojada.

Este olor, proviene de unas sustancias químicas llamadas “geosminas”, que son producidas por microbios. La lluvia libera del suelo estas sustancias, al mismo tiempo que asienta el polvo del aire, y con la ayuda de la temperatura se evaporan estas sustancias, dando un olor casi dulce, que es lo que conocemos como el olor a tierra mojada.

Al cabo de unas horas, terminé mi conferencia, ya me la aprendí de memoria y hablo de una manera automática y robotizada, como cuando me despierto. Inclusive hago las mismas bromas y la gente se ríe en los mismos momentos.

El reloj marca las 4:30 de la tarde, y aunque me siento cansado, no puedo perder la oportunidad de conocer un poco de este pintoresco lugar. Ha llovido gran parte de la tarde, lo cual me ha ayudado con la conferencia sobre las geosminas.

El pueblo es relativamente tranquilo, un par de cafés sobre las aceras, tiendas, restaurantes, una sala de cine, etc. Me llama la atención un lugar en especial: “El Bistro”. Un lugar interesante, lleno de cuadros, con marcos de madera carcomidos y agujereados por cientos de polillas. Me siento en el bar, y observo una minúscula estantería, donde los vasos parecían prescindir de la transparencia del cristal, y haberse tornado opacos debido a la suciedad y a la falta de lavado. El rodapiés que cubre la parte inferior de la barra, parece hacer el amor con las servilletas y las pelusas, sin embargo había algo del lugar que no dejaba de llamarme la atención. No puedo explicar que fue lo que hizo que no me largara de ahí inmediatamente, era algo en el aire, algo mágico e intoxicante, que me detenía.

Ordené un martini sucio, hasta el día de hoy no se si lo pedí porque la copa se veía sucia o por el jugo de las aceitunas, pero se que sí me lo disfruté.

Estaba tomando mi martini, cuando alguien a mis espaldas me habló:

- Doctor Navarro?

- Sí

- He disfrutado mucho su conferencia, soy Gema Mengual, estudiante de Biología.

- Gracias Gema, para mi ha sido un placer tener un grupo tan activo como el de hoy.

Sin preguntármelo, o yo proponérselo, Gema se sentó en el banco de al lado.

- Es sumamente interesante el tema de las geosminas, inclusive la parte donde nos explico que de los mismos microbios provienen ciertos antibióticos, es algo que debería de explotarse más. Pero que tonta soy, me imagino que está cansado de hablar sobre lo mismo, ya había venido acá antes?

- No te preocupes, no puedo mentir que muchas de mis conversaciones son sobre el mismo tema y a veces me cansan, pero siempre estoy dispuesto a aclarar cualquier duda que me pregunten. Soy virgen en este lugar, pero no tendré mucho tiempo de conocer, ya que mañana me dirijo a dar otra conferencia.

- Espero que lo de virgen sea porque no conoce y no por otras cosas…-dijo soltando una risita leve y picaresca –

- Ja ja ja ja, claro que es porque no conozco, por qué mas podría ser?

- No lo sé, dígame usted.

Joder, esta chica se me está insinuando y no anda con rodeos – pensé -

En cuestión de segundos la examiné de pies a cabeza. No estaba nada mal, pelo negro que le llegaba a los hombros, unos 60 kgs, ojos negros, vestía unos jeans con chaqueta de corduroy y zapatos de tacón.

- Dígame Doctor, viaja usted solo?

No sabía que contestar, porque a pesar que sí viajaba solo, estaba casado, pero la tentación que esta chica me estaba dando era muy grande. Nunca le había sido infiel a mi mujer, pero la sensación de sentirme prácticamente acosado por Gema, de estar confundido y de saber que quien tenía el mando en ese momento era la chica, no me era del todo indiferente.

- Si viajo solo, estoy casado desde hace dos años y medio – contesté –

- Ha de ser una mujer muy afortunada, lo bueno es que no todas las mujeres somos celosas.

Sonreí e inmediatamente le pregunté al bartender, que también era mesero y me imagino que cocinero, dónde estaba el servicio sanitario.

- Me disculpas un momento por favor, iré al baño.

Me encaminé por un pasillo estrecho y oscuro, con una luz tenue al final. Se encontraba a mano izquierda, era un retrete sin nada más que la imprescindible taza y un lavabo, misteriosamente estaba limpio. Entré, me baje la cremallera y empecé a orinar, mientras observaba una jabonera brillante, de aspecto antiguo, cuando escuché que la puerta se abría y antes que pudiera darme vuelta, se encontraba Gema atrás mío.

Ensuciamos la única habitación limpia del lugar.

A la mañana siguiente, después de levantarme y masturbarme, estaba listo para tomar el vuelo que me llevaría a la próxima conferencia, sin embargo, añoré la ciudad, añoré a mi esposa, añoré oler mierda

No comments:

Post a Comment

 

Dale click acá para ir a los cuentos de Quique, no te arrepentirás!