Wednesday, May 19, 2010

Fobias

Ana Reina

Por: Orlando Gutiérrez Gross


Ella le tenía fobia a los perros.

Ella le tenía fobia al ascensor.

Ella le tenía fobia a la sombra de ojos, mas no al polvo compacto diez tonos más blanco que ella.

Ella le tenía fobia a la falta de cristianismo. Era cristiana.

Todo empezó cuando Él la dejó y se fue a El Salvador. Era el único país donde la mocosa y/o chilpayate podía tener una educación buena a un precio bueno. Así lo consideraron y mandaron a la pobre niña a tan dichoso país.

Él era Chef, o por lo menos así se vendía. Cuando llego a El Salvador abrió un restaurante de comida italiana. Total era lo único que sabía cocinar. Fina atención gastronómica de su tía Aura Ester, quien tenía un comedor donde el plato más famoso era “Penne alla crema di ricotta e timo limone”, es decir, penne a la leche agria.

La transición fue relativamente tranquila y emocionante para Él; sin embargo, a Ella le dieron fobias.

La infeliz mujer, se sintió sola y abandonada. ¿Cómo no? Había sido educada para casarse y procrear, y después de trece años de matrimonio, sólo había engendrado una niña. Fea. Muy fea. Con la tez más blanca de lo normal. Posiblemente era la razón por la que usaba polvo compacto mas blanco de lo normal, pretendía parecerse a la niña.

La niña estaba feliz. Muy feliz. Era la más blanca de la escuela, los demás niños la admiraban, era bella. El era un éxito con su pasta agria. Ella era infeliz.

La niña creció. Terminó el colegio. Entró a la “Academia de Belleza Comalapa” y estudió “Asistente en Esteticien”.

A Él no le quedó más remedio, que dejarle el restaurante a Blanca. La mesera. Para regresar a la par de Ella, a la niña no le gustaban los macarrones ácidos.

Alquilaron un apartamento enfrente del mío. El cual yo había comprado hacía ya trece años, y por tener un bajo conteo de esperma, Luz y yo nos resignamos a tener canes.

El día que se mudaron, uno de los perros salió muy campante y le ladró. El sólo se condenó. Nos condenó a los cuatro.

Yo le agarre fobia a la cristiana sobremaquillada que le tenía fobia al ascensor y bajaba y subía trece pisos con fobia a encontrarse a mis perros. Ella me tenía fobia porque tenía perros y no pudo convertirme al cristianismo.

Ella era coleccionista de fobias, yo de vecinos.

Amén.

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